Al sur de París se encuentra TOULOUSE, a orillas del río Garona. En su conjunto tiene aspecto de un pueblo de edad media, pero por su estructura arquitectónica es una ciudad moderna.
En esta ciudad, en 1866, la Madre Eduviges Portalet funda una escuela para niños ciegos enviada por el Instituto de María Inmaculada de Marsella. Tres años después ante la situación de aquéllos niños privados de la luz natural y con ansia de conocer la luz de la fe, la Madre Eduviges apoyada por la autoridad eclesiástica funda la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción.Las primeras hermanas fueron Eduviges Portalet y Francisca Lohier, acompañadas de otras jóvenes, quienes respondiendo a un llamado extraordinario del Señor, supieron actuar según las inspiraciones del Espíritu Santo siguiendo las directivas de la Iglesia.
En breve tiempo la Madre Eduviges y sus hermanas encendidas por el espíritu dominicano y su celo por la salvación de las almas, pusieron sus ojos en América como el campo para seguir cultivando la viña del Señor.Las primeras dominicas de la Inmaculada Concepción llegaron a Ecuador, después de una larga travesía por mar. Del Puerto de Guayaquil viajaron hasta Cuenca para hacerse cargo del Leprocomio Mariano Estrella. Posteriormente fueron solicitadas desde Trujillo llegando al Perú para evangelizar a través de la educación, desde allí se extendieron a partir de 1898. En este año se funda el Colegio Nacional Santa Rosa de Trujillo y posteriormente muchas otras obras dedicadas a la Educación de niños y jóvenes a lo largo y ancho de nuestro Perú. En el frondoso árbol de la Orden Dominicana, nuestra Congregación ha extendido su tarea apostólica en Francia, España, Italia, Ecuador, Colombia, México, Estados Unidos, Argentina y Perú.
En 1998 la Congregación conmemoró su primer centenario de presencia apostólica en el Perú; bajo la atenta mirada de nuestro Padre Jacinto María Cormier que fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en el año 1994 y del espíritu de nuestra fundadora Eduviges Portalet, la mujer fuerte del evangelio quien supo discernir en su tiempo el llamado especialísimo que Dios le hizo, para que siga animando a nuestra Familia Dominicana de la Inmaculada Concepción a vivir unánimes en el Señor, no teniendo más que un solo corazón y una sola alma en Dios. Al amparo de María Inmaculada, la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción camina por los caminos del Señor, animada por las virtudes teologales "...procurando que cada una de las hermanas tienda a su propia santificación, siguiendo con más libertad a Cristo pobre, casto y obediente y trabajando para la edificación del edificio común que es la Congregación"